Este pez llega a medir hasta 150 cm. Tiene el cuerpo fuerte y en forma de serpiente, ligeramente aplanado en los lados, con una abertura branquial pequeña y redondeada. Las aletas caudal, dorsal y anal se hallan fundidas en una cresta cutánea que comienza sobre el dorso, delante de la abertura branquial. Cabeza algo más redondeada que en otras especies similares, ojos pequeños y una gran boca, cuya abertura llega hasta detrás de los mismos. Tiene un color marrón uniforme por todo el cuerpo con manchas amarillas más evidentes en los ejemplares adultos.
Vive por todo el Mediterráneo, en las costas rocosas con agujeros y cuevas, desde la superficie hasta grandes profundidades, aunque parece preferir vivir a partir de los 10 metros. Su actividad se desarrolla preferentemente de noche en un territorio bien delimitado. Durante el día suele permanecer oculta en su guarida. Suele ocupar el mismo agujero durante todo el año. Debido a la pesca indiscriminada con arpón es poco habitual ver animales grandes a poca profundidad.
Se alimenta de cangrejos, calamares y peces. Tiene una técnica curiosa para trocear pedazos de comida demasiado grandes, por ejemplo de pulpo, como para ser devorados. Con el abdomen forman una especie de lazo en el que introducen la cola, con lo que forman un nudo. Este nudo se coloca sobre el cuerpo, hacia delante. Cuando la morena tiene la presa en la boca, presiona hacia el nudo con la cabeza. Al soltar la cabeza se libera también el nudo y el pez consigue arrancar un trozo del animal capturado.
Contrariamente a lo que se pensaba, las morenas del Mediterráneo no son venenosas, aunque los restos de comida en descomposición que hay en su boca pueden complicar una herida por mordedura. Solo atacan cuando se ven amenazadas o si han perdido su timidez frente al hombre.